Hace unos meses, concretamente en el mes de Mayo, se celebró en el Reino
Unido un Referéndum que proponía la salida de UK de la Unión Europea.
Para la UK, el Brexit significaría un elevado coste económico, que
generaría una bajada de aproximadamente el 3% del PIB. Además, la salida de la UE generaría un choque financiero a su
economía, produciendo una fuerte depreciación de la libra frente a las
principales monedas. Esto generaría una desconfianza por parte del resto de
Europa, lo que desembocaría en una cierta incertidumbre acompañada de la bajada
de las inversiones europeas en el Reino Unido.
La inmigración ha representado la mitad del crecimiento británico desde
2005, con la creación de dos millones de empleos y, por tanto, reducir la
libertad de movimiento de trabajadores en Reino Unido será muy caro para su
economía y se produciría una disminución del flujo migratorio, acompañada de
una disminución de los ingresos causado por la bajada de la inversión
extranjera directa.
Lógicamente, el Brexit también produciría importantes consecuencias para el
resto de Europa, aunque estas serían relativamente inferiores a la del Reino
Unido.
Podemos decir que Irlanda y los países bajos son los países europeos más
relacionados con UK en materia de comercio e inversiones. Para estos países, la
salida del Reino Unido de la unión europea significaría la caída de sus
exportaciones y de sus inversiones interiores, ya que UK significaba una
importante fuente de ingresos.
Además, se estima que en la UE se produciría una bajada del PIB entre el
0.2 y el 0.5%, que aunque a corto plazo no se trate de una cifra importante, a
largo plazo podría incrementar en importantes cantidades.
Cómo en todas las votaciones, siempre existen sectores
a favor y sectores en contra. En el Reino Unido, los sectores en contra se
encontraban liderados por el primer ministro, David Cameron, así como 16 de los
21 miembros de su gobierno, seguidos del Partido Laborista, el partido
nacionalista escocés y el Partido Liberal. Sus argumentos para oponerse al
Brexit se basaban en el pensamiento de que el Reino Unido gana mucho siendo miembro de la UE gracias a que puede
vender bienes y servicios a otros países de forma más fácil. También insisten
en que la llegada de inmigrantes, favorece el crecimiento
económico y ayuda a financiar los servicios públicos y a las
empresas.
Sin embargo, muchos sectores se encontraban a favor de esta política.
Algunos de ellos fueron el partido nacionalista UKIP, que en las últimas
elecciones obtuvo el 13% de los votos, la mitad de los parlamentarios del
partido conservador, incluidos 5 miembros del gobierno y el exalcalde de
Londres Boris Johnson así como algunos parlamentarios laboristas.
Estos sectores se mantenían a favor del Brexit ya que sostienen que la
pertenencia a la UE es un obstáculo para el desarrollo de Reino Unido, y que
las regulaciones europeas, que consideran excesivas, perjudican a las empresas
británicas.
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